Daniela Villaseñor Fernández
La decisión de interrumpir un embarazo puede tener un impacto psicológico significativo en las mujeres, influido por factores como el apoyo social, el contexto cultural y el acceso a recursos de salud mental. En México, la despenalización del aborto abre nuevas posibilidades para el acompañamiento psicológico, pero el estigma y las creencias arraigadas siguen afectando la experiencia emocional de quienes optan por este procedimiento.
Una gran cantidad de estudios psicológicos demuestran que las mujeres que recurren al aborto experimentan emociones diversas ya que cada una puede tener un motivo diferente, sin embargo, el alivio es una de las respuestas más recurrentes, en especial cuando las mujeres cuentan con una red de apoyo (ya sea familiar, social o personal), y también cuando su decisión es debido a la voluntad de evitar circunstancias para el/la potencial hijo/a.
Por otro lado, una gran cantidad de mujeres enfrentan sentimientos de culpa y dolor debido a los factores culturales y religiosos los cuales son muy importantes en México. Este estigma social también se refleja en el ámbito familiar, donde el rechazo o la crítica hacia el aborto pueden intensificar el dolor emocional de la mujer, generando un impacto duradero en su salud mental.
En México, como en otros países latinoamericanos, el aborto ha sido un tema altamente polarizado que involucra no solo perspectivas de derechos humanos y salud pública, sino también valores morales y religiosos. Las creencias culturales tradicionales, que consideran el aborto como una práctica censurable, generan un contexto adverso para las mujeres que deciden abortar, y este contexto afecta de manera significativa su salud mental.
El sentimiento de culpa en mujeres mexicanas, en muchos casos, está vinculado a expectativas y roles de género que dictan cómo “debería” comportarse una mujer. Aquellas que optan por un aborto suelen experimentar una profunda disonancia entre su decisión y estas normas tradicionales, lo que genera un conflicto emocional intenso. En ocasiones, esta presión social puede llevar a la mujer a ocultar su experiencia y a no buscar ayuda psicológica, empeorando su estado emocional.
El impacto psicológico del aborto no siempre es negativo, pero en los casos donde la experiencia emocional es adversa, algunas mujeres desarrollan síntomas de ansiedad, depresión, e incluso trastorno de estrés postraumático (TEPT). Según especialistas, el aborto en sí no causa directamente trastornos mentales, sino que es el contexto social, el apoyo (o falta de este) y la propia situación de cada mujer lo que influye en el desenlace emocional.
Por ejemplo, las mujeres que experimentan rechazo familiar y social tienen una mayor probabilidad de desarrollar síntomas de ansiedad y depresión. Además, las mujeres que viven en contextos donde el aborto es estigmatizado tienden a interiorizar estos mensajes, lo que aumenta el riesgo de desarrollar trastornos mentales a largo plazo. La ansiedad puede surgir no solo del estigma social, sino también de la preocupación sobre la confidencialidad y el temor a ser juzgada.
En países como México, donde el debate sobre el aborto sigue siendo un tema controversial, el apoyo emocional y psicológico resulta especialmente importante para reducir el impacto negativo en la salud mental.
El acompañamiento psicológico puede incluir desde apoyo individual hasta grupos de apoyo donde las mujeres compartan sus experiencias. Esta red de apoyo, sin embargo, sigue siendo limitada en México, especialmente en zonas rurales. Los expertos recomiendan que, junto con la despenalización del aborto, el gobierno implemente políticas de salud mental para que las mujeres tengan acceso a servicios psicológicos accesibles y capacitados en este tipo de acompañamiento.
Además del acompañamiento psicológico, la educación es un factor esencial para cambiar la percepción del aborto en México. La falta de información clara y objetiva sobre el aborto y sus implicaciones perpetúa estigmas y creencias erróneas que afectan directamente el bienestar psicológico de las mujeres. A través de campañas de sensibilización y educación, es posible reducir el estigma, permitiendo que más mujeres puedan tomar decisiones informadas y sin miedo al juicio social.
El papel de la educación también se extiende a los profesionales de la salud, quienes pueden necesitar capacitación especializada para apoyar emocionalmente a las mujeres en proceso de aborto. Además, los especialistas en psicología recomiendan incluir estos temas en programas de educación sexual, de modo que la población pueda comprender de manera más abierta y científica el tema del aborto, lo cual podría reducir el estigma y mejorar el apoyo social.
En conclusión, en México la despenalización del aborto representa un avance histórico en los derechos de las mujeres, pero el camino hacia una experiencia más humana y saludable implica abordar los efectos psicológicos y los desafíos sociales que enfrentan quienes optan por esta decisión. Los expertos en salud mental insisten en que una red de apoyo sólida, una cultura de no estigmatización y políticas de salud pública que incluyan el acompañamiento psicológico son elementos clave para reducir los efectos negativos en la salud mental de las mujeres. Al final, el derecho a decidir también debe incluir el derecho a ser apoyadas emocionalmente en una decisión tan personal y delicada como el aborto.