Graffiti: Entre el arte y el vandalismo

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Después de especificar los orígenes del graffiti y su llegada a México, así como dar un breve antecedente de la presencia del arte urbano en la ciudad de León, es necesario analizar la manera en la que estos dos aproximamientos a un estilo de arte similar coexisten y luchan por ser vistos en una ciudad que parece tener motivos más allá de los que se perciben a simple vista.

¿Qué gana León al impulsar el Street art?

Todos tenemos un rostro que se adapta al mundo, a lo que los demás esperan de nosotros, o al menos, así lo establece el concepto de la “Cara Social”, acuñado por Ervin Goffman; en León, esta simulación se encuentra reforzada por la prominencia católica, cuyos valores exertan una presión adicional; si te sales de lo que la sociedad leonesa espera de ti, no solo eres “inmoral”, “pervertido”, “naco”, pero también eres “pecador”. Esto lleva a fenómenos peculiares, como la enorme cantidad de moteles en una ciudad que debería tener una aversión a lo sexual si es que siguiera la pauta que dicta su “cara social”.

Esto, entonces, choca con la naturaleza transgresora que caracteriza a la mayoría de la oferta artística a través de los años. El arte siempre ha sido un vehículo de cambio, incluso en corrientes en las que se apegaba fuertemente a los lineamientos de quienes regían la sociedad, como el renacimiento. Ahora, si el arte es un vehículo de cambio, entonces lógicamente necesita un piloto, y es aquí donde salen a la luz las juventudes como las que estudia la Dra. Cruz: los skaters, punks, darks, bikers, y por supuesto, los graffiteros.

Sobra mencionar que el graffiti no es la única forma artística a través de la cual los jóvenes pueden transgredir, pero tiene un beneficio innegable: la accesibilidad. Mientras que el gobierno sigue recortando presupuestos culturales que ayudarían a cientos a encontrar una pasión que, de otra forma, resultaría inalcanzable por los costos de materiales, espacios, profesores… un chico al que le interese el graffiti no necesita nada de eso. Con un producto tan industrial y producido en masa como una pintura en aerosol le basta para convertir cualquier superficie de la ciudad en su lienzo. No necesita pagarle a un profesor particular, porque, dentro del mundo del graffiti, la figura del mentor es muy prominente. Bruce destaca la importancia de la intergeneracionalidad en este mundo, la propone como un factor clave de transmisión cultural a las nuevas generaciones. Así que, en lugar de asistir a lecciones estructuradas, el joven que se interesa en el graffiti se une a un crew, donde encontrará un mentor que le enseñe cómo desarrollar su estilo y encontrar su voz, tendrá compañeros que compartan ese gusto por la expresión, por hacerse ver en todos lados, y todo esto por el módico precio de $222.13, que es lo que cuesta una lata de pintura en aerosol negra marca Comex en Mercado Libre al momento que escribimos esto.

Si lo pintas (chiste malo no intencional) así, el graffiti suena como una oportunidad maravillosa para que los jóvenes exploten su potencial artístico, y eso es porque podría serlo, de no ser por el pequeñísimo detalle de que es muy, muy riesgoso. No solo te expones a la inseguridad de la violencia por parte de otros ciudadanos: asaltantes que buscan gente distraída en las calles oscuras, ideales para graffitear; o dueños de propiedades que no estarán nada contentos cuando vean tu tag en su pared; te expones, también, a oficiales de la ley. Si son honestos a su trabajo, corres el riesgo de las ya mencionadas multas o arrestos; si son corruptos, quedas a la merced de sus caprichos, lo cual puede ser incluso más aterrador.

En Wild Style (1982, la que es considerada “la primera película de hip-hop”, Taki-183, uno de los primeros graffiteros famosos, menciona que “no es que al gobierno no les guste el graffiti, no les gusta algo que no pueden controlar”. Con 20 años de anticipación y a miles de kilómetros de distancia, sin saberlo, Taki describió la situación que atravesaría el graffiti leonés.

La institucionalización del graffiti en León

Al ser tan cercanos temporalmente el refuerzo de la “tolerancia cero” y el inicio del apoyo a artistas urbanos por parte del instituto de la juventud, parece evidente que la intención del gobierno no era frenar la forma en la que el graffiti se transmite, sino el contenido de sus mensajes. Al ofrecer a los artistas la posibilidad de plasmar obras elaboradas, brindándoles apoyo a través de recursos y visibilidad, automáticamente se vuelven impulsores de esta forma de arte, sí, pero también “accionistas”; así como en muchas empresas, la cantidad de acciones que mantiene una persona se refleja en cuánto peso tienen sus decisiones en el futuro de la compañía, el municipio de León, a través del IMJU, se convirtió en “accionista” de la gran mayoría de los proyectos de arte urbano que eventualmente serían visibles, siendo partidario y principal jurado de qué se retrataría y qué no, de qué mensajes sí pueden pintarse y qué mensajes: están haciendo un esfuerzo magno por mantener limpia su “cara social”.

Sin embargo, no estamos haciendo un trabajo justo al describirlos de esta manera, como si fueran una especie de ente tipo “Gran Hermano”, que mantiene un control absoluto sobre qué pueden expresar sus ciudadanos y qué no. Parte importante de lo que convierte al IMJU y al programa MuraLeón en un recurso tan valioso es, en parte, la libertad creativa que sí mantienen los artistas. En el tema de qué beneficio obtienen los gobiernos al institucionalizar el arte, la Dra. Bruce trae a la luz un lema que utilizó el gobierno panista del 2010 al 2013 en el proyecto Ciudad de Murales: “De lo delictivo a lo productivo”. No sólo se trata de incorporar a un graffitero a sus filas para que deje de cometer actos vandálicos, sino de permitirles a ellos también obtener ganancias de sus obras: compensación monetaria, reconocimiento artístico, oportunidades laborales. El arte urbano, simplemente como palabra, es sumamente rentable: trae a la mente la estética incomparable del graffiti, pero la transforma en algo embellecedor, con personalidad. Ya no solo hablamos de que los artistas reciben los beneficios de las connotaciones positivas del arte urbano; si prolifera, se convierte, incluso, en un atractivo turístico para la ciudad.

Ahora, esto último podría alarmar a algunos. León, si bien tiene una oferta cultural y artística considerable (debido en parte a su cercanía con Guanajuato y su posición como anfitrión parcial del Cervantino), no destaca en ese apartado del mismo modo que ciudades como Ciudad de México o Guadalajara; León destaca por su industria manufacturera, de zapatos, autos, plásticos desechables… Si la faceta industrial decide aprovecharse de lo redituable que puede ser el arte urbano ¿Es posible una industrialización artística? ¿Llegarán las máquinas a arrebatarle el alma a las pinturas que adornan nuestra ciudad?

Por muy distantes, incluso opuestas, que puedan parecer estas dos partes de la ciudad, la realidad es que el arte urbano, el graffiti, mantiene una estrecha relación con la industria desde sus orígenes.

La industria VS Los artistas (?)

A finales de los 60’s, en un contexto de enormes cambios sociales y económicos, partiendo de una industrialización fortalecida por las administraciones presidenciales de la época, en medio del movimiento hippie y especialmente las luchas por los derechos civiles de la comunidad negra, es que Cornbread comienza a plasmar su alias por la ciudad de Philadelphia, es decir, que el graffiti nace y se fortalece por el descontento y las consecuencias negativas que el neoliberalismo generó entre las comunidades marginadas de EUA. Desde su concepción, el graffiti va de la mano con la industria, aunque no sea en una amistad cordial exactamente. Vaya, la lata de pintura en aerosol es un producto directo de la industrialización.

Fábricas abandonadas comienzan a utilizarse como puntos de reunión para graffiteros, fungiendo como un lienzo ideal, con construcciones enormes que difícilmente serían reapropiadas a otro tipo de funcionamientos, los graffiteros encontraron una mina de oro en los huesos de aquello que fomentó a encender la chispa de su movimiento por primera vez. La tendencia no sólo no desapareció, sino que se propagó como una práctica común a diferentes partes del mundo, y por supuesto, León no sería la excepción: eventualmente, no solo los graffiteros tomaron como sede estas fábricas abandonadas, sino también, los muralistas urbanos. Aunque en un principio, pareciera que esto va en línea con la reapropiación de espacios característica del graffiti, y que el arte urbano sólo está siguiendo los pasos de su precursor, habrá que tener una discusión: ¿El arte urbano corre el riesgo de industrializarse y comodificarse para beneficiar a aquellos que sean dueños de sus medios de producción? ¿O quizá, sólo quizá, el arte urbano es la versión ya industrializada y comodificada del graffiti?

Pero entonces ¿Es malo el arte urbano?

No. Además de que no somos personas capacitadas para determinar qué es bueno y qué es malo, en este caso específico, no creemos que haya buenos o malos. La intención de este reportaje es resaltar la fuerza contracultural del graffiti en el ambiente de León, y este objetivo no puede cumplirse sin compararlo con el arte urbano que abunda en la ciudad: mientras que el graffiti es espontáneo, el arte urbano es planificado y cuidadoso; donde el graffiti es efímero, el arte urbano está ideado para perdurar; el graffiti es (y seguirá siendo) ilegal, mientras que el arte urbano es impulsado por el gobierno, pero ninguno es mejor que el otro. Cumplen funciones distintas para públicos y artistas distintos, y eso está bien. Tomaremos de ejemplo a Peint Mares y Kass Prado, dos artistas urbanos con los que tuvimos la oportunidad de conversar y presentan dos facetas muy distintas, pero igual de importantes, del arte urbano en la ciudad. Peint, al igual que muchos muralistas, comenzó con graffitis ilegales, inspirado por la libreta de diseños de su hermano, pero nunca le ha gustado la idea de tener problemas con la ley, por lo que ahora se dedica al muralismo freelance. Si bien, no es un artista colaborador del gobierno, su labor tanto para clientes privados, como para aquellos que donan muros para que él pinte sobre ellos, ha contribuido a brindarle un panorama más colorido a la ciudad a través de sus personajes y colores explosivos. Kass, por el otro lado, es una chica estudiante en la primera mitad de la carrera de Diseño Digital Interactivo. Además de ilustraciones digitales, ha realizado murales como freelancer y como participante de convocatorias del municipio. Cuenta que quedó cautivada con el arte urbano desde que vio los murales en los panteones de la ciudad entre el 2013 y 2014, a sus 11 años. Para Kass, el impacto que genera el tamaño de los murales es innegable, y es parte de lo que lo hace tan especial; proyectos así no serían posibles sin la planeación minuciosa que requieren las pinturas que muchas veces damos por sentado en nuestra vida cotidiana.

El graffiti tiene una esencia inigualable dentro de su clandestinidad, pero eso no demerita la atención, el cuidado y el amor con el que los muralistas de arte urbano llevan a cabo sus proyectos. Ambos tienen algo diferente que ofrecer, pero se complementan el uno al otro de cierta manera.

De cualquier forma, a pesar de gozar de un protagonismo poco común en otras ciudades, el arte urbano en León no es perfecto. Kass habla de áreas de oportunidad en áreas a las que no les caería mal una decoración artística, o en mayor posibilidad de compra y venta personal  de piezas y servicios artísticos; Peint expresa descontento con la falta de originalidad que presentan los murales impulsados por el gobierno, en el sentido de que muchas veces dan prioridad a personajes de la cultura pop sumamente reconocibles, como Los Simpson, Coco, o Los Caballeros del Zodiaco, en lugar de permitirles a los artistas plasmar sus creaciones originales; La Dra. Bruce también comenta que un punto crucial para la existencia del graffiti y el arte urbano en la ciudad debe ser el apoyo continuo: durante su estancia en León, los artistas afiliados al IMJU solamente recibían apoyo durante 3 años, por lo que perder a sus compañeros, y especialmente, a sus mentores después de cumplir el plazo puede ser sumamente desmotivante.

De regreso a los graffiteros

Para concluir, queremos regresar el enfoque al objetivo principal de este trabajo, los graffiteros. Si bien, existen propuestas como la de la Dra. Bruce para crear espacios de graffiti legal que coexistan con las propuestas de arte urbano del municipio, lo cierto es que la discusión sobre qué tan esencial es la ilegalidad para el graffiti no le pertenece a la audiencia, ni a los académicos, ni a los periodistas, únicamente a los graffiteros mismos. Independientemente de la labor de cualquier institución habida o por haber, parte de lo que hace al graffiti tan prevalente es que se promueve solo y de manera espontánea. No importa la zona de la ciudad en la que te encuentres, nadie está exento de toparse con un tag o un wildstyle en donde, un día antes, no había más que una pared lisa, así que, en lugar de cerrarnos a la discusión de loa relevancia de esta forma de arte con el argumento único de la legalidad, permitámosle la misma atención que también se le brinda al arte urbano, y, por muy efusivos que sean, escuchemos las voces de los artistas que arriesgan el pellejo para regalarle su marca propia a la calle.

Este reportaje se ha enfocado en construir el panorama de una ciudad que, a pesar de su conservadurismo, ha logrado pactar una paz con una fracción considerable de artistas callejeros. Sin embargo, este pacto, en lugar de restarle fuerza y presencia a aquellos apasionados por la ilegalidad del graffiti, le ha dado unas nuevas alas para distinguirse como su propia, incomparable, inalcanzable forma de arte, más allá del arte urbano y de los deseos de los gobiernos por controlarla.

Muchas veces, el final de una buena historia se siente como el inicio de otra. No queremos tratar esto como una conclusión, sino como la primera parte de lo que eventualmente se convertirá en un vistazo a profundidad en la vida y obra de los disruptores de la “Ciudad de Murales”

Continuará…

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